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La fatiga primaveral, un malestar muy especial

Con la llegada de la primavera la naturaleza recobra nueva vida. Todo despierta tras el letargo invernal. Un cielo limpio y azul y flores con su aroma y colorido resulta muy sugestivo. Entonces, ¿por qué la vida de tantas personas se ve ensombrecida por diversos trastornos entre ellos la fatiga primaveral o astenia, que hacen que el esplendor luminoso y florido pase desapercibido?

Realmente, en primavera, más que en las demás estaciones del año, son frecuentes las crisis más o menos graves de salud, suponiendo para muchas personas recrudecimiento de síntomas relacionados con alguna enfermedad crónica que venían padeciendo.

Para entender mejor estos hechos es conveniente recordar que la estación precedente, el invierno, es una la más propicias a las autointoxicaciones. Esto se debe a que en la etapa invernal el organismo ha de soportar las condiciones de vida más adversas: falta de actividad muscular, vida sedentaria en locales cerrados, falta de sol, tendencia a la sobrealimentación (en Navidades y Año Nuevo, por tradición, se come y bebe más de lo normal), con falta de vitaminas por pobre consumo de frutas frescas y hortalizas.

Por otra parte, las bruscas variaciones de temperatura, presión atmosférica y humedad, tantas alternancias de nubes y cielos rasos, más el viento y la lluvia son factores desfavorables para las afecciones reumáticas y gripales. Eccemas y la reactivación de úlcera gástrica también coinciden con frecuentemente con la estación florida y risueña. No menos deprimentes son las típicas sensaciones de fatiga y languidez, de dormir poco y mal, sentirse irritable, dolores de cabeza y alteraciones del ritmo cardiaco con sensación de latidos acelerados, para los que el médico no suele descubrir verdaderos motivos que puedan preocupar. El consejo usual es que se mejoren los hábitos de ambiente y alimentación seguidos durante el invierno.

Los médicos diagnostican estas sintomatologías y sus causas de astenia o, como era desde hace tiempo, distonía neurovegetativa, definidas como sensaciones de de fatiga y debilidad generalizada, cuyos síntomas más objetivos son diversos. Los más frecuentes: alteración del estado general, fatiga intelectual con dificultad de concentración y trastornos de la memoria -¡cuánto afecta esto a los sufridores estudiantes en exámenes!-, trastornos de sueño, resfriados y alteraciones del apetito, además de melancolía, irritabilidad y estado depresivo.

La astenia se presenta especialmente entre los 20 y los 50 años, y afecta más a mujeres que a hombres. A veces es síntoma de otras enfermedades como la depresión y la anemia. La primavera es la época del año con mayor número de personas afectadas. A pesar de su gran incidencia, la astenia primaveral (también llamada fatiga primaveral), es de carácter leve y remite al cabo de pocos días sin necesidad de tratamiento. En el caso de que no desaparezca al cabo de unas pocas semanas, se debe consultar al médico.

Por si fuera poco, la primavera es también la típica época de padecimientos alérgicos, sobre todo por pólenes de cereales y olivo. Los síntomas son crisis de estornudos, taponamiento de la nariz, dolor de cabeza, ojos enrojecidos y excesiva sensibilidad a la luz.

La rinitis alérgica estacional, definida también como 'fiebre del heno', es una reacción excesiva del organismo al entrar en contacto con el polen de las plantas que está en suspensión durante la primavera, mientras los vegetales desempeñan la función conocida como polinización. La rinitis alérgica perenne puede darse por diferentes agentes y en cualquier época del año.

Todos los tipos de alergia requieren análisis y tratamientos médicos, entre estos la vacuna específica correspondiente.

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