Cuando el estrés se vuelve extremo
El exceso de tráfico combinado con el calor, el tipo que se metió en la ya de por sí larga fila, el reporte que pidió el jefe a última hora, la reunión en la que hay que quedar bien o el ajetreo cotidiano con los niños en la escuela y en la casa son capaces de producirte esos padecimientos que ya te son comunes: dolores de cabeza, gastritis o insomnio.
Pero más allá de esos síntomas del estrés que todos conocen y que te hacen enojar, agobiarte, sentir que pierdes el control o que el cansancio no te deja, hay otros, más asombrosos, que son señales con las que tu cuerpo te grita que ya su situación es más que una aventura extrema.
Pérdida de la memoria, dolor de mandíbula, falta de deseo sexual y pesadillas recurrentes son claras señales de que vives un estrés extremo.
"En un momento dado cerca de un 20 a 25 por ciento de la población padece de altos niveles de estrés y entre un 10 a 15 por ciento podría convertirse en crónico", afirma Adrián Roel Favela, psicólogo especialista en manejo del estrés y director del Instituto de Bienestar Integral.
Los culpables de estos padecimientos mayores son la hormonas del estrés -adrenalina y cortisol-, explica la psicoterapeuta y fundadora del Centro Más Vida, Bárbara Diego.
Ambas sustancias son secretadas por tu organismo para prepararlo a enfrentar una situación "peligrosa" o que implica un reto. La presión arterial y la concentración de glucosa en el cuerpo se eleva, pero todo vuelve a la normalidad una vez que la situación se supera.
Sin embargo, la gente que no enfrenta sus retos o vive constantemente en posición de alerta retiene las hormonas por un largo periodo, que puede llegar a un nivel crónico y causar daños más allá de los tradicionales.
"Cuando el cortisol está crónicamente elevado, junto con los altos niveles de insulina, lo que hace es enviar grasa que se almacena en el abdomen, incluso en personas delgadas, esto hace que se eleven los factores de riesgo para un problema vascular, debido a la concentración de grasa", explica Diego.
El estrés es uno de los condicionantes más importantes de enfermedades en la piel, y existen padecimientos en los que hay más influencia del aspecto psicológico que del orgánico, afirma Jorge Ocampo Candiani, profesor de Dermatología en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Un ejemplo es la hiperhidrosis o exceso de sudoración en palmas, plantas o axilas que puede ser detonada por cualquier situación de estrés laboral o de cualquier tipo. Estas personas no pueden ni firmar un cheque o ponerse un vestido.
"Y lo más feo del estrés es que esta gente que lo padece pierde la oportunidad de vivir bien, disfrutar, sentir alegría y vitalidad, porque cuando estás experimentando las sensaciones físicas del estrés no hay lugar ni espacio para sentir cosas buenas", dice Roel Favela, con 28 años de experiencia.
Aquí las pistas que grita el cuerpo para que te caiga el veinte y le bajes a tu acelere.
PéRDIDA DE MEMORIA
"¿Qué dijiste, qué?" "¿Cuándo?". La memoria es uno de los principales blancos de las hormonas del estrés, en especial el cortisol.
"éste afecta una estructura cerebral llamada hipocampo, que está íntimamente relacionada con los procesos de memoria y específicamente se encarga de transformar la información que usamos a corto plazo a una de largo plazo", señala la psicoterapeuta Bárbara Diego, certificada en Terapia Racional Emotiva y Cognitiva por el Instituto Albert Ellis de Nueva York.
Esto provoca que tus células nerviosas se atrofien y es cuando se producen los problemas de memoria, que si son sostenidos durante mucho tiempo pueden provocar daños irreversibles.
PROPENSIóN A ENFERMEDADES
Casi cualquier enfermedad puede ser agravada por el estrés.
"El 80 por ciento de todas las enfermedades que se ven en consultorios son provocadas o agravadas por el estrés: problemas de dolor de espalda, contracción muscular, trastornos digestivos", dice el psicólogo experto en estrés, Adrián Roel Favela.
El estrés agudo afecta directamente el sistema inmunológico y lo debilita, señala Diego.
"Esta condición hace que sea fácil la expresión de enfermedades latentes, incluso el cáncer en mujeres que han vivido situaciones de estrés extremo se ha encontrado un mayor índice de cáncer de mama, por ejemplo", explica la especialista.
DESEO SEXUAL REDUCIDO
Si entre tu pareja y tú las relaciones sexuales son un vago recuerdo, el estrés podría llevarles las de ganar, pues según un estudio de la farmacéutica Bayer, realizado en nueve países, uno de cada dos hombres refiere que esta situación es la causa fundamental de sus problemas durante la intimidad.
Los cambios hormonales pueden hacer que disminuya la testosterona, lo que influye directamente en el deseo sexual, tanto en hombres como en mujeres. Esto también podría disminuir las tasas de fertilidad.
"Si estás preocupado, no te sientes bien, estás cansado, tu ánimo anda bajo, sí hay una disminución importante en el funcionamiento y deseo sexual", menciona Roel Favela.
PéRDIDA DE CABELLO
Eres joven y de pronto encuentras que en tu cabeza hay una pequeña área calva y redonda. Se trata de la alopecia areata, la pérdida del cabello caracterizada por parches redondos de calvicie total.
El padecimiento que se piensa es provocado por un trastorno inmunológico, muchas veces es acompañado o iniciado por un suceso de estrés extremo.
"Esto no es una calvicie como la androgenética masculina, pero puede llegar a una alopecia total que a veces vemos en niños o adultos, calvos, pero también sin cejas, pestañas, bigote, pelo en las axilas o púbico", comenta el dermatólogo Ocampo Candiani, ex presidente de la Sociedad Mexicana de Cirugía Dermatológica.
Otras enfermedades de la piel asociadas con el estrés son el vitiligo, psoriasis o acné, que si bien no son provocados por una situación de preocupación constante, sí pueden aumentar o agravar un padecimiento ya existente.
DOLOR DE LA MANDíBULA
Al despertar sientes dolor en la mandíbula, como si hubieras masticado chicle toda la noche... pero en realidad es que mientras estuviste dormido o durante el día, la tensión que sientes por distintas situaciones hace que casi involuntariamente aprietes la quijada fuertemente o rechines los dientes. Este es un síntoma inequívoco de que tienes problemas serios de estrés.
FATIGA CRóNICA
El estrés que provoca una pelea con la pareja, demasiadas horas de un trabajo extenuante, un larguísimo embotellamiento o una deuda que no se termina de pagar podría hacer que tu cuerpo se vaya debilitando y simplemente no responda.
"Estas situaciones traumáticas pueden ocasionar síndrome de fatiga crónica o fibromialgia, esto te hace sentir ganas de hacer cosas, pero tu cuerpo no te responde, a diferencia de la depresión en la que no tienes ganas de no hacer nada", menciona Roel Favela.
Las personas afectadas por el síndrome de fatiga crónica, por ejemplo, tienen una fatiga incapacitante que no se detiene. Quienes sufren de este padecimiento tienen también dolor muscular y en articulaciones por todo el cuerpo.
Las preguntas a responder ahora son: ¿Con cuáles de estos síntomas te identificas? y ¿estás dispuesto a realizar cambios para solucionarlo?
Alivia la tensión
The Cleveland Clinic recomienda algunas formas para aliviar el estrés:
*Come y bebe con sensatez. Puede parecer que el alcohol y el abuso de comidas reducen el estrés, pero en realidad lo aumentan.
*Házte valer. No tienes que cumplir con las expectativas o demandas de otras personas. Está bien decir, no.
*Deja de fumar. Aparte de los riesgos para la salud, la nicotina actúa como un estimulante y provoca más síntomas de estrés.
*Haz ejercicio regularmente. Escoge ejercicios que no sean competitivos y establece metas razonables. Procura ser constante.
*Establece metas y expectativas realistas. Está bien y es saludable darse cuenta que no puedes ser exitoso en todo al 100 por ciento y al mismo tiempo.
*Véndete a ti mismo. Cuando te estás sintiendo abrumado recuérdate a ti mismo qué cosa haces bien o en qué eres bueno. Ten un sentido de autoestima saludable.
*Decídete a actuar. De nada sirve que conozcas las formas de aliviar tu estrés si las dejas en sólo buenos deseos.
4 comentarios
Mónica Romero Muza -
Gracias...
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