Astenia: un mal de primavera
Cuando la naturaleza empieza a desperezarse tras el invierno, las horas de luz aumentan y el clima se suaviza, muchas personas sienten mermadas sus fuerzas y se quejan de apatía, fatiga física y psicológica, irritabilidad y somnolencia. Un conjunto de síntomas que se conoce como astenia primaveral y que suelen remitir en un par de semanas.
Aún así, las consultas en los centros de atención primaria aumentan por este motivo con la llegada de la primavera y en muchos casos se realiza una analítica para descartar problemas orgánicos que pudieran justificar el cansancio -ése el significado de la palabra astenia-, un síntoma común a muchas patologías físicas -como anemia o enfermedades reumáticas- o psicológicas, como depresión.
La mayoría de las veces los análisis no muestran nada relevante y se concluye por eliminación que se trata de astenia primaveral, un trastorno que aparece como respuesta del organismo al cambio de estación. Un cambio que se producen también en otoño, pero queda enmascarado por la desgana que provoca la vuelta al trabajo tras las vacaciones estivales y se etiqueta como «síndrome postvacacional».
Javier García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet de Zaragoza y miembro de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática, señala que la astenia primaveral es «un síndrome subdepresivo que se produce en primavera y otoño, momentos en que los episodios depresivos son más frecuentes. Afecta a un porcentaje alto de personas, entre un 10 y un 15 por ciento y está autolimitada en el tiempo, lo que significa que en una o dos semanas el cansancio, ánimo bajo y malestar suelen desaparecer».
Como no es un trastorno médico hay pocos datos científicos al respecto. «Es posible que exista relación entre los cambios estacionales y horas de luz, pero no hay ningún dato epidemiológico que lo respalde. De hecho la astenia puede aparecer en cualquier época del año», aclara Enric Aragonés, médico de familia y miembro del grupo de trabajo en Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc).
El origen a estas alteraciones no está claro y se atribuye a causas muy diversas: desde una bajada de endorfinas -sustancias implicadas en la respuesta al dolor y malestar- hasta procesos alérgicos propios de esta época. No se descarta tampoco que tenga un origen inflamatorio o incluso vírico -concretamente provocado por herpes-, hipótesis esta última que se apunta en algunos trabajos recientes.
Aunque para aliviar este malestar pasajero no hay un tratamiento eficaz, suele recurrirse con frecuencia a complejos vitamínicos y sustancias vigorizantes como el ginseng. Estos remedios en algunos casos se muestran eficaces, aunque los expertos coinciden en que no hay estudios que avalen que la mejoría se produzca por tomarlos. Su efecto estaría mediado más bien por un efecto psicológico: «Con frecuencia se produce un efecto placebo que puede ayudar a mejorar el ánimo y disminuir la sensación de fatiga», explica el doctor Jesús Vázquez, médico de familia de la Comunidad de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). Y es que, la astenia primaveral -o psicoastenia como también se denomina- tiene un claro componente psicológico, como aclara Vázquez: «Puede repetirse cada año coincidiendo con la primavera en personas que tienen un hábito asténico. Suelen ser personas jóvenes, delgadas, que parecen ir siempre al límite físicamente. Se quejan de cansancio, de que no duermen bien o duermen mucho y con frecuencia estos síntomas se asocian con problemas de estrés laboral y en muchos casos se pide incluso la baja. Aunque corresponde al médico valorar si ésta última medida es acertada».
Además, es frecuente que estos síntomas los acusen más las mujeres que los hombres, o tal que acudan más a su médico para consultar. Es importante que el médico explique los síntomas, recomienda el doctor Vázquez, «porque en muchos casos quienes los sienten tienen la sospecha de que pueden padecer alguna patología importante».
Conviene aclarar que no hay una medicación que lo solucione: «Hay que hacer un tratamiento multifocal. Para aliviar los síntomas físicos, si a uno le va bien, puede tomar un complejo vitamínico, porque aunque su eficacia no está probada, tampoco va a hacer daño. Practicar algún deporte o caminar. Y, si se puede, como ayuda psicológica, tomarse unos días de vacaciones», explica Vázquez.
También acusan estos síntomas los más jóvenes. En este caso, apunta el doctor Aragonés, están relacionados con los exámenes que tienen lugar en primavera y en los que también influye el cansancio acumulado a lo largo del curso.
Astenia crónica
Para un 1 ó 2 por ciento de personas, estos síntomas que la mayoría hemos experimentado en alguna ocasión de forma pasajera, se instalan de forma permanente. En estos casos se habla de fatiga crónica, un trastorno que sí tiene una entidad propia como enfermedad, aclara el doctor García Campayo: «En los últimos años se ha descrito el síndrome de fatiga crónica, cuyo síntoma principal es el cansancio y se presenta con mucha más frecuencia en mujeres, en una proporción de 9 a 1 frente a los varones. La causa no está clara. Se piensa en una infección vírica como desencadenante. En ocasiones aparece asociada a otro trastorno también muy frecuente, la fibromialgia, cuyo principal síntoma es el dolor».
Tampoco en la fatiga crónica los análisis son esclarecedores: «Los niveles hormonales suelen ser bastante normales, a veces con ligeras alteraciones de hormona tiroidea, pero en general cosas poco llamativa». En este caso, el tratamiento va dirigido a aumentar la energía -«en ocasiones con antidepresivos»- y también se requiere asistencia psicológica para afrontar mejor este problema crónico».
La astenia es también un síntoma crónico en muchos colectivos de enfermos, como los oncológicos. «Unas veces producida por el propio tumor y otras por la reacción inflamatoria», explica Manuel González Barón, jefe de Oncología Médica del Hospital La Paz, que aclara que en un porcentaje elevado está producida por una anemia no siempre fácil de detectar. «En estos enfermos la menor pérdida de hemoglobina produce una astenia desproporcionada. De ahí que en ocasiones se diga que el cáncer cansa más que duele».
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