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«Siento como si llevase 100 kilos sobre la espalda»

MARÍA ÁNGELES CORRES, ENFERMA DE FIBROMIALGIA

Los tribunales le han reconocido una incapacidad laboral permanente por su afección crónica

A María Ángeles Corres, especialista metalúrgico de profesión, le cambió la vida a partir de 1998, cuando tan sólo tenía 39 años. Fue entonces cuando comenzó a sentir dolores musculares por todo el cuerpo. «Los médicos creían que eran lumbalgias», recuerda. Su cuadro clínico se agravó con otros síntomas, como fatiga crónica, insomnio y ahogos, por lo que se vio obligada a coger muchas bajas laborales. Por fin, en 2003, en el hospital Txagorritxu pusieron nombre a su padecimiento: fibromialgia, una enfermedad crónica de difícil diagnóstico que afecta al 3% de la población, en su mayoría mujeres.

A pesar de los tratamientos recibidos, su delicada salud no ha mejorado. De hecho, los tribunales le han reconocido una incapacidad laboral permanente. María Ángeles ha relatado a EL CORREO cómo se puede vivir con una enfermedad que limita la vida de quienes la padecen.

-¿Cuáles fueron los primeros síntomas?

-Tuve unos dolores musculares muy fuertes por todo el cuerpo hace cosa de diez años. Al principio, los médicos pensaban que eran lumbalgias. Pero los tratamientos habituales no me servían de nada.

-¿Y qué hizo?

-Bueno, el cuadro clínico se complicó con otros transtornos: migrañas, hormigueos en las manos, arritmias, ahogos, depresión y fatiga crónica. Me cogía bajas constantemente y empecé a ir de especialista en especialista.

-¿Cuál fue el resultado de este peregrinaje entre médicos?

-En 2003, me hicieron una prueba que se llama los puntos gatillos. De 18 posibles, yo tenía 16. Y me diagnosticaron fibromialgia. En ese momento yo no tenía ni idea de qué era eso.

-¿Y que le dijeron los doctores?

-Que tendría que acostumbrarme a vivir con el dolor. Me vine abajo. Es algo muy duro. Es como llevar permanentemente un peso de 100 kilos encima de los hombros. Me preguntaba por qué me tenía que haber tocado a mí.

-Desde entonces su vida gira en torno a las visitas al hospital Txagorritxu.

-Sí. La fibromialgia afecta a muchas partes del cuerpo. Tomo un montón de medicinas, llevo unos parches eléctricos que alivian un poco las molestias y acudo a la Unidad del Dolor del hospital.

Psicoterapia

-¿Le quedan ganas para divertise?

-No. Antes me encantaba ir a bailar y salir a cenar. Ahora estoy agotada. No puedo. Esto te apaga un montón.

-Por lo menos, ahora tiene la tranquilidad de saber que cuenta con una pensión.

-No entendía cómo al principio no me concedieron la incapacidad, si ni siquiera tengo fuerzas para hacer las tareas de casa. Si plancho un rato, luego tengo que tumbarme a descansar; si friego los platos o hago la cama, lo mismo. Menos mal que mi hermana me echa una mano.

-¿Por qué le pusieron trabas para concederle la incapacidad?

-Porque la fibromialgia no aparece en los scanner ni en las máquinas. No es como otras enfermedades. Todavía se conoce muy poco.

-Emocionalmente debe ser muy duro verse tan limitada a una edad tan temprana.

-Sí. Tomo antidepresivos. Y estoy haciendo una terapia psicológica para no hundirme.

-¿Le ha ayudado la enfermedad a valorar más las pequeñas cosas de la vida?

-La verdad es que suelo estar tan cansada que ni reflexiono.

-¿Qué le diría a mujeres en su misma situación?

-Que se rodeen de gente y no se enclaustren en casa.

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