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«Hay hasta ochenta enfermedades clasificadas vinculadas al sueño»

Luis Domínguez Ortega —Médico experto en trastornos del sueño—

—La primera pregunta es obligada. ¿Sabemos dormir bien?
—Sabemos dormir naturalmente bien, pero a veces cometemos errores, y cuando tenemos trastornos es porque lo hacemos mal.

—Normalmente se habla de las ocho horas como el tiempo deseable de sueño. ¿Eso vale para todos o depende de las circunstancias de cada uno?
—Eso es variable. Depende de la edad. Los recién nacidos, por ejemplo, duermen unas 17 horas. Luego va disminuyendo el tiempo de sueño y lo reducen a 10 ó 12. Los adolescentes duermen unas ocho o nueve y ya se pasa en jóvenes y edad adulta a las siete u ocho horas, que es lo más habitual, aunque haya personas que necesiten dormir algo menos. Dormir excesivamente o mucho menos de eso es ya una patología.

—¿El sueño se recupera? Es decir, si un día dormimos cuatro horas, ¿basta con que al día siguiente durmamos doce?
—Esto es como el comer. Si un día no como, pues he perdido ese día de comida. En el caso del sueño, la pérdida se recupera relativamente rápido si estamos hablando de algo puntual. Al día siguiente dormimos más y nos recuperamos. El problema viene cuando la pérdida de sueño es algo habitual y puede convertirse en algo crónico. El déficit crónico no se recupera. Desaparece cuando uno organiza su sueño y pasa a tener un patrón de sueño normal.

—¿Cuánto tiempo pasamos durmiendo las personas?
—Aproximadamente el 30 por ciento de nuestra vida. Es decir, una tercera parte del día la dedicamos al sueño, principalmente por la noche, aunque haya privilegiados que también se puedan permitir la siesta. Lo deseable es que la siesta no dure más de media hora o tres cuartos. Más tiempo es negativo porque le estaremos quitando tiempo al sueño de la noche. Sobre todo en personas con insomnio.

—Y si dedicamos tanto tiempo a dormir, ¿por qué a veces no lo hacemos bien?
—A veces porque sufrimos un trastorno médico. Existen enfermedades como la narcolepsia o trastornos causados por un exceso de peso. También puede deberse a múltiples problemas de tipo psicológico que nos provocan insomnio, además de otras enfermedades orgánicas, como la apnea obstructiva de sueño, o un largo etcétera. Hay hasta ochenta enfermedades clasificadas relacionadas con el sueño. Por otro lado, cualquier otra enfermedad tiene incidencia en el sueño, ya que si tenemos fiebre, dolor de espalda o cualquier otra enfermedad nuestro sueño se ve alterado y por tanto no dormimos bien.

Por todo ello, es importante la higiene del sueño, sobre todo en los más jóvenes. Los adolescentes son los que peor duermen, pero también es importante cómo duermen los niños. En mi libro se incide en que hay que educar a los niños a dormir las horas que necesitan, ya que en caso contrario se pueden presentar problemas de aprendizaje, de atención o hiperactividad. Otro problema en los niños es que al dormir menos, si no hay sueño profundo no se produce la hormona del crecimiento, con lo que no crecerá todo lo que debe. Y otro problema es que el 20% de los accidentes de tráfico son causados por un trastorno del sueño, por no dormir lo suficiente y sufrir problemas de atención o dormirse al volante.

—En el caso de los niños más pequeños, muchos padres los despiertan cuando ha llegado la hora en que deben comer. ¿Es correcta esta práctica o hay que esperar a que despierte por sí solo?
—Lo más lógico es esperar a que se despierte, ya que el cuerpo es sabio y si tiene hambre lo hará saber. Ningún bebé se duerme mientras está comiendo y si se queda dormido hay que despertarle. Otra cosa es si tiene que despertarse a una hora determinada para ir al colegio. Si le cuesta mucho es que hay algo detrás: que no descansa bien o que duerme poco porque se acuesta demasiado tarde. En ese caso, habría que hacer un análisis de lo que está pasando.

—Al margen de las que ya ha apuntado, ¿qué consecuencias, a corto y largo plazo, puede producirnos el no dormir bien?
—En el caso de aquéllos que duermen poco, y por poco entendemos menos de cinco horas, puede haber trastornos cardíacos, problemas de tensión arterial y otros trastornos. Pero dormir excesivamente tampoco es saludable, ya que hay una mayor predisposición a sufrir infartos, hipertensión e incluso impotencia, como ocurre en la apnea obstructiva de sueño.

—¿Cuáles son los principales trastornos de los pacientes que acuden a una clínica del sueño?
—Lo más frecuente son los pacientes que se quejan de insomnio, pero también de sonambulismo, fibromialgia, o tener sensación de dormir pero no descansar. También son habituales los trastornos de conducta REM, que consisten en realizar movimientos bruscos durante el sueño que pueden derivar en agresiones a la pareja, y el síndrome de piernas inquietas, que se produce al sentir hormigueo o dolor en las piernas.

Cada trastorno debe ser analizado para determinar la patología y establecer el tratamiento adecuado. Todo se puede curar, salvo la muerte súbita en los lactantes, que se produce mientras duermen sin una causa justificada. Por otro lado, hay muchos estudiantes que se pasan toda la noche estudiando, cuando lo más recomendable es estudiar durante el día y dormir por la noche, porque así mejora la memoria.

—¿En qué medida influyen en el descanso los sueños o las pesadillas?
—Todos soñamos y todos los días, lo que ocurre es que con frecuencia no nos acordamos, salvo que nos despierten en la fase REM, momento en que seremos capaces de recordarlo casi todo. Pero si nos despiertan en la fase NoREM es más difícil. En cuanto a las pesadillas, o los llamados terrores nocturnos, son dos patologías que se producen en distintas fases del sueño. No suelen tener importancia, aunque pueden provocar la sensación de haber dormido mal o no haber descansado.

—Centrándonos en los niños, en su libro afirma que en ellos aumenta la dificultad de dormir correctamente. ¿A qué se debe y qué pueden hacer los padres?
—Se debe fundamentalmente a una mala higiene del sueño. Igual que a veces los padres no saben cómo darles la comida a los hijos para que expulsen los gases, también a veces no saben educarles en el sueño. En ocasiones, interrumpen el sueño del niño al cogerlo o para alimentarlo. Y si una noche no puede dormir y el padre le hace monerías para entretenerlo o le lleva a dar una vuelta con el coche, el niño se acostumbrará a ello y no se podrá dormir hasta que le hagan lo mismo. Lo que no se puede hacer es darles hipnóticos u otras sustancias para dormir, ya que es algo químico que altera el sueño fisiológico, y si el niño sufre una apnea el hipnótico puede tener consecuencias fatales, pues empeoraría su apnea. En el desarrollo del niño no se pueden utilizar sustancias químicas (hipnóticos) salvo en casos excepcionales y siempre bajo estricto control médico.

—Supongo que tampoco es bueno el uso de pastillas en los adultos.
—No deben utilizarse de forma indiscriminada. La buena práctica médica indica que no se deben tomar durante más de tres semanas, y siempre por indicación de un facultativo y en casos estrictamente necesarios. Tomarlos por sistema para dormir es como tomar toda la vida un calmante contra un dolor de brazo. Hay que adecuar el tratamiento para su curación. Los hipnóticos pueden provocar dolencias graves, sobre todo en algunos pacientes y contribuir a su deterioro cognitivo.

http://www.eldiadeciudadreal.com

2 comentarios

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add cualqiera. ¬¬

Marco Antonio -

Me parece muy interesante lo que expone el señor domínguez. Contamos con una Sala de Exhibición de colchones en la ciudad de Celaya, Gto. México. Nuestro negocio es el confort y el descanso. Saludos.